LINGÜÍSTICA FORENSE: LA FORMA DE HABLAR Y ESCRIBIR NOS DELATA
𝘗𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘣𝘰𝘤𝘢 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘦𝘻... 𝘺 𝘴𝘦 𝘪𝘯𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢 𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘭𝘪𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘓𝘰𝘴 𝘦𝘹𝘱𝘦𝘳𝘵𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘦𝘯𝘨𝘶𝘢𝘫𝘦 𝘴𝘰𝘯 𝘤𝘢𝘱𝘢𝘤𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘳 𝘢𝘭 𝘢𝘶𝘵é𝘯𝘵𝘪𝘤𝘰 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘥𝘢 𝘵𝘦𝘳𝘳𝘰𝘳𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘯𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘳𝘦𝘴𝘤𝘢𝘵𝘦.
𝙳𝚒𝚜𝚙𝚘𝚗𝚒𝚋𝚕𝚎 𝚎𝚗: 𝘩𝘵𝘵𝘱://𝘸𝘸𝘸.𝘮𝘶𝘺𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘦𝘴𝘢𝘯𝘵𝘦.𝘦𝘴/𝘭𝘪𝘯𝘨𝘶𝘦𝘪𝘴𝘵𝘪𝘤𝘢-𝘧𝘰𝘳𝘦𝘯𝘴𝘦-𝘭𝘢-𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢-𝘥𝘦-𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘳-𝘺-𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘣𝘪𝘳-𝘯𝘰𝘴-𝘥𝘦𝘭𝘢𝘵𝘢 𝙰𝚌𝚌𝚎𝚜𝚘 𝚎𝚗 25/03/2012
En 2002 el fiscal echó por tierra la coartada de Stuart Campbell en el asesinato de su sobrina Danielle Jones, en Essex (Inglaterra). Los peritos demostraron que él fue el asesino y no la víctima, como había hecho creer. La clave del crimen estaba en unos mensajes que el tío envió desde el teléfono móvil de Danielle. Los análisis del texto revelaron sin lugar a dudas que el estilo era propio del sospechoso, quién jamás imaginó que un centenar de caracteres pudieran meterle entre rejas.
Probablemente Campbell también ignoraba que la estructura y el contenido de las frases que usamos de forma cotidiana en las conversaciones son casi únicos. O que la puntuación y la gramática de un mensaje anónimo pueden ser suficientes para averiguar la edad, el sexo y la ubicación geográfica de su autor. Pero lo cierto es que los lingüistas forenses manejan a diario estas diferencias en el uso de las palabras, que a lo largo de la última década han permitido identificar inequívocamente a terroristas y criminales de todo tipo.
Es un hecho que existe un modo distintivo en el que cada individuo codifica y descodifica el lenguaje y se expresa con sus propias “marcas” lingüísticas. Y que no hay dos personas que utilicen el lenguaje exactamente del mismo modo. Expertos como James Fitzgerald, investigador del FBI, lo han comprobado tras varios años trabajando en el análisis e identificación de documentos anónimos.
“Los seres humanos son prisioneros de su propio lenguaje”, asegura el lingüista Don Foster, que ha colaborado con Fitzgerald en varios casos. Y añade: “por eso, el análisis científico de un texto puede revelar datos tan claros como las huellas dactilares o el ADN”. Fue precisamente esta técnica la que permitió a Fitzgerald y Foster resolver un caso clave en la historia de Estados Unidos: el del terrorista FC, más conocido como Unabomber, que emprendió una cruzada contra el progreso tecnológico enviando cartas-bomba a diferentes puntos del país durante 18 años.
Díme qué redactas y...
Tras mucho tiempo sembrando el pánico, Unabomber escribió un manuscrito de más de 100 páginas amenazando con volar un avión si no se publicaba en la prensa. Las autoridades respondieron a su petición, con la esperanza de que el texto les llevara hasta algún sospechoso. En 1996 apresaron a Ted Kaczynski, alertados por su hermano tras leer el manuscrito. El FBI registró su casa en busca de todo tipo de textos y cartas. La comparación de estos documentos con el dossier amenazador confirmó que eran obra de la misma persona, una prueba tan sólida que permitió condenarlo. Lo que es más curioso, Foster llegó a sacar conclusiones tan insólitas como que las revistas favoritas de Kaczynski eran Scientific American y The Saturday Review, que estaba influenciado por los escritos del polaco Joseph Conrad o que se identificaba a sí mismo con un objeto, la madera.
¿Pero dónde está el truco? Los lingüistas forenses comparan los escritos con las bases de datos de textos disponibles en busca de hábitos lingüísticos similares. Esto incluye la identificación del vocabulario, argot, jergas profesionales, regionalismos e incluso la puntuación. Sin menospreciar ningún detalle del formato del documento y el soporte físico en el que se encuentra. Si la comunicación es oral, por ejemplo en una grabación, hay que tener en cuenta además el ritmo, la fonética, las pausas, la entonación o la separación entre palabras y letras.
Observa el empleo de “lo” en: “(…) Pero lo cierto es que los lingüistas forenses manejan a diario estas diferencias en el uso de las palabras, que a lo largo de la última década (…)”
La palabra “lo” NO está correctamente empleada en: